En 1979 y cuando aún coleaba el éxito de "la Guerra de las Galaxias", un casi desconocido director llamado Ridley Scott, es contratado para dirigir una nueva película de ciencia-ficción, ahora dirigida a un público adulto más ávido de emociones fuertes.
Tomando numerosos elementos de la mítica "El enigma de otro mundo", el guionista Dan O'Bannon realiza las líneas básicas de una historia que estaba inspirada así mismo en un relato de Ronald Shusett. La trama, un alienígena que se introduce en el cuerpo de un humano para desarrollarse y que luego tiene que matar para sobrevivir y conseguir llegar así a La Tierra, es una base lo suficientemente interesante como para que un hábil director consiga sobrecoger al espectador.
En la primera película "Alien", el monstruo apenas se dejaba ver y su presencia solamente se intuía o era detectada por el aparato de radar. Apenas unos cortos y sombríos planos dejaban al descubierto un gigantesco ser mezcla de insecto y humano, el cual era capaz de matar con despiadada eficacia.
Lo curioso de esta película, es que ni siquiera las productoras británicas Brandywine Pictures y Shusett Productions confiaban en que fuera algo más que una aceptable serie B y para evitar gastos suntuosos contrataron a una serie de actores procedentes del teatro inglés y unos pocos secundarios sin ningún prestigio, hasta entonces. Además, para cambiar un poco lo que era habitual en el cine de acción, no sería un varón quien pondría las cosas en su sitio sino una mujer, una desconocida actriz llamada Sigourney Weaver la cual con su gran estatura debía imponer respeto al espectador, lo que ciertamente consiguió. Sin ninguna concesión al erotismo, salvo un memorable esbozo de striptease espacial, Sigourney Weaver consiguió que su papel de teniente Ripley fuera tan importante como el mismo Alien, algo que solamente era factible en la fábula de La Bella y la Bestia.
La película contaba con una acertada y discreta banda sonora obra del experto Jerry Goldsmith, con unos efectos especiales elaborados por Carlo Rambaldi, Brian Johnson y Nick Allder que merecieron un Oscar y, sobre todo, con una criatura cuyo complicado aspecto fue todo un acierto. Este ser monstruoso fue creado por Hans Rudei Giger, un suizo que anteriormente había ganado cierto prestigio en la película "Dune" y con un portafolios de fantasía al que tituló "Images of Horror and Fantasy", el cual se vendió en todo el mundo a través de la prestigiosa "Metal Hurlant".
Posteriormente al diseño del alienígena de "Alien", Giger intentó nuevos éxitos en el cine en "Poltergeist II" y "Alien III", aunque sus diseños eran seriamente modificados por "exigencias del guión", lo que le motivó lo suficiente como para alejarse del cine y dedicarse al mundo de la decoración futurista. Quien pueda seguir su pista encontrará diseños de relojes, de muebles, decorados teatrales, murales, portadas de discos, videojuegos y hasta el acertado pabellón suizo de la Expo 92.
Dentro del inmenso traje del monstruo elaborado a base de caucho y fibra de vidrio, se metió a un actor de casi dos metros de estatura, aunque los primeros planos de la cabeza fueron filmados utilizando un artilugio metálico que incluso babeaba cuando encontraba a su víctima. Por su parte, Rob Cobb, el cual había realizado los primeros bocetos del alien, construyó la nave Nostromo y consiguió darle un aspecto sólido y pesado.
El rodaje se hizo en los antiguos estudios de la Hammer y los 1.000 millones de pesetas que costó su producción fueron superados con creces durante el estreno.

La historia base nos contaba la llegada no planeada de la nave "Nostromo" a un planeta (el LV-426) alejado de su ruta hacia La Tierra, en el cual se encuentra una nave espacial destrozada y llena de extraños huevos que contienen unas criaturas vivas. Una de ellas se adhiere al rostro de uno de los astronautas y así logra introducirse dentro de su cuerpo y desarrollarse. Cuando el extraño crece, sale violentamente del cuerpo del infeliz y comienza a crecer rápidamente mientras va matando uno a uno a todos los tripulantes de la nave.